El Museo Picasso de Málaga organiza una retrospectiva de la artista cántabra, la pintora de la tristeza femenina.
Nació el mismo año que Pablo Picasso, también frente al mar, pero su nombre sería condenado al olvido mientras que el del malagueño quedó impreso en letras doradas en la historia universal. Se conocieron, incluso parece que se apreciaron, en un París de vanguardias en el que ambos abrazaron el cubismo con desigual suerte postrera.
María Blanchard (1881-1932) nace en Santander, en el seno de una familia acomodada. Con poco más de veinte años estudia arte en Madrid en un ambiente academicista propio del siglo XIX: los retratos o las temáticas costumbristas, tan características de la pintura decimonónica, centraron sus primeras obras.Pero en 1909 recalará en París, centro del mundo en aquellos años, donde conoce la realidad de las vanguardias que se estaban desarrollando desde principios de siglo, entrando en contacto con los protagonistas del nuevo arte. Así conoce al mencionado Picasso, a Juan Gris, a Diego Rivera, al poeta chileno Vicente Huidobro o a la rusa Marie Vassilieff.
Según Ramón Gómez de la Serna, María era «menudita, con su pelo castaño despeinado en flotantes vuelos, con su mirada de niña, mirada susurrante de pájaro con triste alegría». Él sería el organizador en 1915 de la primera exposición cubista celebrada en Madrid, donde no podía faltar María, la primera pintora cubista. Sin embargo, su obra recibió feroces críticas de supuestos entendidos que ridiculizaron su rica sensibilidad femenina. La santanderina, decepcionada por el peso de la tradición en el arte español, regresa a París dejando nuestro país para siempre.
Fue entonces cuando se une de forma definitiva al grupo de artistas que acabará dando al nuevo estilo difusión mundial, siendo la primera mujer española que utilizó de forma sistemática el método cubista para construir imágenes a partir de la fragmentación y la combinación de formas geométricas en un espacio óptico de perspectivas simultáneas.
Obras nunca expuestas
María Blanchard. Pintora a pesar del cubismo es una amplia exposición monográfica que ofrece un recorrido cronológico por las diferentes etapas en la vida artística de la pintora. Producida por el Museo Picasso de Málaga, la muestra pretende ser un acto de «justicia museística», porque la anterior retrospectiva se celebró hace 12 años en el Reina Sofía y la primera, «en el antiguo Museo de Arte Moderno de Madrid», como ha recordado José Lebrero, comisario de la exposición.
La retrospectiva reúne 85 óleos, pasteles y dibujos de, según Lebrero, la mejor artista española de la primera mitad del siglo XX. Entre las obras prestadas para la ocasión, destacan La comulgante (1914), La dama del abanico (1913-1916), La boloñesa (1922-1923) y La echadora de cartas (1924–1925). Asimismo, el pastel sobre papel Joven en la ventana abierta (1924) es la primera vez que se expone fuera del Reino Unido, tras su adquisición por la Courtlaud London en los años 30. La exposición acoge también dos obras de María Blanchard nunca antes expuestas: El almuerzo (1922) y La niña de la pulsera (1922-1923).
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