28 abril 2024

Porque el arte siempre es noticia

Lalo, el pintor olvidado y amigo de Picasso

La historia está llena de personajes desconocidos y anónimos… hasta que dejan de serlo. Eduardo Muñoz Orts no pasó desapercibido durante su época, pero el paso de los años no le ha hecho justicia. Falleció a los 57, pero su intensa vida estuvo repleta de numerosos acontecimientos trascendentales.

Ahora, todo su periplo vital se recoge en ‘L’odissea artística d’Eduardo Muñoz «Lalo»’, un excepcional libro escrito por el periodista Francisco Agramunt, publicado en la Colecció Bocins.

Más conocido como Lalo, Eduardo Muñoz (València, 1908-Issy les Molineaux, París, 1964) fue pintor, dibujante y caricaturista, de una familia burguesa y de fuertes convicciones republicanas y antifascistas que mantuvo firmes hasta los momentos más duros.

El libro de Agramunt supone, por primera vez, un repaso a su obra y vida. El periodista explica que es un artista «totalmente desconocido en València, que al principio era más costumbrista-impresionista y luego evoluciona hacia la abstracción y la modernidad, con la Escuela de París».

Según el autor, Lalo es un «vanguardista en lo político y lo artístico», con numerosas relaciones con los «grupos intelectuales republicanos valencianos». Empezó a estudiar Derecho, pero al poco lo abandonó e ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de València.

Formó parte de la Sala Blava, de la Unión de Artistas Proletarios y de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. «Se involucra en la revolución valenciana de los 30, con Josep Renau, Francisco Carreño, Genaro Lahuerta… y otros renovadores», apunta.

Así, era «muy conocido» por un compromiso político que le llevó hasta luchar -literalmente- en la Guerra Civil. De ahí, se exilió a Francia, donde posteriormente fue preso y acabó en el campo de concentración de Mathausen-Gusen, con el número 4.205. Sobrevivió cuatro años gracias a su talento, pues el comandante del campo le encargó decorar el pabellón de caza.

No obstante, ni en esas circunstancias decaía pues, como destaca Agramunt -que lleva décadas visibilizando a los artistas del exilio- el pintor «tuvo un papel muy grande en la liberación del campo: sus compañeros le nombraron comandante de la resistencia y fue uno de los interlocutores con los americanos».

Ya en libertad, se instaló en París y seguía relacionándose con artistas, intelectuales y exiliados, haciendo ilustraciones para prensa. Como se relata en L’odissea artística d’Eduardo Muñoz «Lalo», Pablo Picasso fue uno de sus grandes amigos, valedores y admiradores, quien le animó a exponer sus cuadros en varias ocasiones en París.

Y es que, su carácter introvertido y reservado y su deseo de «permanecer lejos de los circuitos artísticos comerciales de la época», no ha ayudado a que se conozca la obra de Lalo.

Ahora es su hija, Catherine Muñoz, quien quiere sacar a la luz el centenar de obras que permanecían en su casa de Issy les Molineaux, algunas de gran dureza como «El deportado», claramente cubista. Hay barracas, paisajes, bodegones, retratos o estampas nevadas... sin título, y que la heredera desea que un día ‘vuelvan del exilio’ y se expongan en València, la tierra natal de su padre.

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