Después de casi sietes años de protestas colectivas, demandas judiciales y reclamaciones a organismos como el MoMA de Nueva York y el Colegio de Arquitectos de Cataluña para evitar la demolición del llamado Bloque Y, parte del complejo del barrio gubernamental de Oslo, el Gobierno noruego no ha dado su brazo a torcer y ha iniciado esta semana las obras en el edificio de estilo brutalista, diseñado en 1969 por el arquitecto Erling Viksjø. El bloque, que alberga dos murales realizados por Pablo Picasso, se vio afectado por la deflagración del coche bomba que el terrorista Andres Breivik colocó en 2011 y que acabó con la vida de ocho personas, para después sumar ese mismo 22 de julio otras 69 víctimas en la isla de Utoya.
El derribo del edificio, del que ya se han empezado a demoler algunas paredes interiores, conlleva la retirada del gran mural que coronaba su fachada, Los pescadores, de 1970, obra de Picasso realizada con la técnica del chorro de arena en colaboración con el artista noruego Carl Nesjar. Además, como igualmente estaba previsto, se ha procedido a descolgar otro mural de los mismos autores, La gaviota, una pieza de menor tamaño que decoraba el interior del edificio. Según asegura a este periódico Gro Nesjar, hija del artista fallecido en 2015, los trabajos se han emprendido de noche, “sin que nadie lo viera”. Actualmente Los pescadores se encuentra protegido por una verja de hierro, mientras que La gaviota reposa sobre el suelo en la calle cubierto por un plástico.
“Sabíamos que la demolición iba a comenzar, porque salió en todos los periódicos, lo que nos parece raro es que lo hagan por la noche”, explica Nesjar quien, junto al nieto del arquitecto, Espen Viksjø, ha emprendido acciones legales contra el Gobierno noruego al considerar que como descendientes tienen potestad para decidir sobre el futuro de las obras. “El edificio lo damos por perdido, porque ya han empezado a demolerlo”, lamenta. “Pero nos parecería una buena idea que los murales se trasladaran al museo nacional: se podría poner Los pescadores en el exterior y La gaviota en el interior”, sugiere.
A finales de esta semana, las piezas se trasladarán a unos almacenes donde se guardarán al menos hasta 2025, fecha prevista para la finalización del Bloque A, un nuevo edificio donde el Gobierno tiene previsto volver a desplegar los murales. Los costes del proyecto, según la agencia de noticias noruega NTB, ascienden a 59 millones de coronas, unos 5,5 millones de euros. “Es algo que va lento, la operación llevará tiempo”, dijo Paal Weiby, miembro de la agencia gubernamental a cargo del proyecto en declaraciones a NTB recogidas por AP. “Esperamos que todo salga como está planificado”.
En un comunicado colgado en su web oficial, el Gobierno noruego detalla que el Bloque Y, que los activistas en su defensa consideran que conforma una obra de arte única e inseparable junto con los murales, debe ser derribado “por razones de seguridad”. El espacio, que hasta 2011 fue sede del Ministerio de Educación, podría haber sido reparado, como argumentan los defensores de su permanencia. Para el Gobierno, sin embargo, su localización sobre un tunel por donde circula el tráfico imposibilita “usar el Bloque Y para actividades ministeriales”. “Por el contrario”, agregan, “demolerlo permite la creación de un barrio gubernamental abierto, seguro y verde, que funciona bien para la ciudad, sus ciudadanos y el Ejecutivo”.
La decisión de guardar los murales “en cajas cerradas” y mantenerlos durante años fuera de la vista del público ha sido calificada de “vergonzosa” por parte de Patrimonio Nacional de Noruega, según publica el diario Aftenposten, que también recoge las críticas al proyecto por parte de entidades como la Oficina del Patrimonio de Oslo y el Colegio de Arquitectos de Noruega. De acuerdo con el mismo periódico, en el tiempo hasta que terminen las obras del Bloque A se exhibirán dos copias impresas de las obras en una plaza del complejo gubernamental.
Los pescadores, una pieza de 250 toneladas, representa a un grupo de trabajadores en una barca en plena faena, una escena que para Gro Nesjar simboliza el espíritu de Noruega antes de la época del petróleo. Solo existen dos piezas similares en el mundo, una de ellas, el Friso de los gigantes, integrada en la fachada del Colegio de Arquitectos de Cataluña, en Barcelona. “En esta época de confinamiento, la obra se ha convertido en un referente: muchísima gente se ha implicado en salvar el edificio”, apunta la heredera, que considera que la demolición y el traslado de los murales atenta contra la intención artística de Picasso y Nesjar, quienes conscientemente quisieron presentar el diseño como parte integrante del edificio y mostrarlo “enmarcado por el cielo”.
En abril, el movimiento civil en contra de la demolición del edificio perdió el pleito que había interpuesto contra el gobierno solicitando la paralización temporal de la demolición, aunque la resolución final del juicio está prevista para el mes de agosto. Desde 2015, Los pescadores figura en el listado de la asociación Europa Nostra con los siete monumentos más amenazados del continente. Otros organismos como la UNESCO o el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) han expresado su oposición a la destrucción del edificio.
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